Ana Ortega. ¿Por qué elegiste el periodismo como profesión?
Antonio López. La elegí porque me gustaba escribir y era la única profesión que te
permitía escribir y ganar un sueldo. Los de mi generación que nos gustaba más
la literatura que el periodismo aprendimos que el periodismo enseña técnicas
que eran necesarias para la literatura. Con el paso del tiempo he descubierto
que el periodismo ha influido demasiado en la literatura. Eran tiempos tan
difíciles como estos porque no sabíamos para dónde íbamos porque el primer año
que empecé a estudiar periodismo coincidió con la muerte de Franco y la
Transición.
A.O. ¿El Cuarto Poder como vehículo de defensa de los ciudadanos ha
existido o es una forma de crear falsa libertad?
A.L. Yo creo que la prensa ha existido como Cuarto Poder y como Primer
Poder, lo que pasa es que pocas veces el periodismo ha sido Cuarto Poder o
Primer Poder por sí solo. Es verdad que en el Watergate hubo un periódico que
derribó a un presidente pero también es verdad que un partido se vio perjudicado
y otro beneficiado. El Cuarto Poder existe y todo tipo de poderes le temen. Si
es verdad que cuando se habla de Cuarto Poder se habla de manera ficticia, es
decir, los periodistas no son tan independientes porque todos sabemos que los
periódicos tienen una idolología, unos anunciantes y unos accionistas y,
salvando estos casos, el periodismo tiene mucho más poder que el los propios
periodistas pensamos.
A.O. ¿El periodismo en general y el fotoperiodismo en particular está
atravesando una crisis de identidad?
A.L. Creo que sí sobre todo el tema de la objetividad, que siempre se ha
impuesto como un principio ético y en realidad es un método de trabajo de
contrastación y verificación. La objetividad está amparada en otro principio asexuado
que es la ideología. Los periodistas se creen independientes con respecto a la
política pero un periodista debe tener ideología, otra cosa es que cuente la
noticia desde una perspectiva alejada. Ahora las cosas se hacen dependiendo a
lo que convenga o no a un gobierno, por ejemplo con las guerras.
Afortunadamente, existen periodistas que escriben bien, que contrastan que
denuncian, etc. pero no se ven los árboles entre tanto bosque.
A.O. Tu último estudio, Situación Laboral y producción informativa retrata muy bien el contexto nefasto por el
que atraviesa el periodismo desde hace años. ¿Por qué los periodistas son
reacios a luchar por sus derechos?
A.L. El colectivo de periodistas nunca ha estado unido, siempre han sido
muy de su empresas y muy individualistas porque nunca ha habido sueldos
unificados. Los periodistas se reunían como en pequeños guetos y se buscaban
por clases sociales. El sindicato de periodistas se creó hace quince años,
antes sólo había secciones dentro de UGT y Comisiones Obreras. Existían las
Asociaciones de Prensa, pero eran instituciones benéficas para ayudar a los
periodistas a darles entradas, billetes de autobuses. Nunca hemos tenido
conciencia de colectivos, de trabajadores porque hemos jugado a niños ricos sin
tener nada. Nos juntábamos con el poder para tomar copas pero después eras tú
el que te quedabas a recoger las tazas.
Ahora algo empieza a cambiar porque la situación es dramática. De
hecho, es tan dramática que el periodismo tradicional está desapareciendo y la
culpa la tiene la comunicación institucionalizada, las nuevas tecnologías pero
también el periodista.
Antonio López en su despacho de la Facultad de Comunicación. Imagen de Ana Ortega.
A.O. ¿Por qué los
fotoperiodistas especializados en conflictos bélicos son los que más
sufren el rechazo de los medios de comunicación si son los que más
arriesgan sus vidas?
A.L. Siento
mucho respeto por los periodistas y los fotoperiodistas de guerra pero creo que
la profesión está muy mitificada. Existen muchos profesionales que cubrían la
guerra desde el hotel tomándose un whisky e iban con la fuerza que tenía el
poder. Han muerto periodistas de guerra pero, en porcentaje, no tantos de
acuerdo a la situación en la que se encuentran. Para mí hay un oficio peor que
es el periodista de guerra que cubre el
conflicto en su propia ciudad. El problema de los periodistas mejicanos es que,
cuando cubren temas de narcotráfico, los narcotráficos te buscan en tu casa.
Hay muchos periodistas que mueren en países donde no hay conflictos bélicos
como tal, sino guerras no declaradas que son mucho peores porque no hay salida
posible. En España hemos tenido eso con los Grapo y ETA. De esos periodistas no
se habla tanto.
A.O. ¿Crees que
las guerras son un negocio?
A.L. Siempre han sido un negocio. El problema es
que como ahora toda está cambiando, están intentando otro tipo de guerras, que
es la guerra sin armas. Las guerras se provocan por intereses y son un negocio
cuando empiezan en la venta de armas, de prostitutas, de alimentas y cuando
acaban al reconstruir los países. Y eso se lo llevan tres multinacionales que
se enriquecen y unas cuantos países que se reparten el mundo.
A.O. Tú sabes
realmente lo que es un periodista acosado cuando investigaste, junto con Juan
Emilio Ballesteros, el Sindicato
clandestino de la Guardia Civil. ¿Cómo surgió esta investigación?
A.L. Surgió casi de manera casual. Diario 16 donde estaba Juan Emilio
publicó algunas cosas y yo estaba en el Correo de Andalucía y un sábado llegó una persona vestida de paisano queriendo
informar sobre la Guardia Civil. Me dio un nombre falso, Juan, y me dijo que
querían ser policías, no militares. Esta persona hablaba en un código un tanto
secreto para que no le pudieran localizar y así comenzamos a publicar. La cosa
se empezó a poner dura con las persecuciones, que se hacían por dos vías
porque, como no podían apresar a los guardias civiles porque no sabían quien
era, fueron a por los periodistas a
través de la intimidación, es decir, pinchando teléfonos, registrando
apartamentos, como hicieron conmigo, quemando coches, como le pasó al abogado
de Juan Emilio, presiones a las direcciones de los medios…
Cuando esos métodos no eran válidos, fueron
por la vía judicial. Nos embargaron lo que teníamos, a mí un Renault 4 y a Juan
Emilio la mitad de su sueldo. Y los medios, que son más frágiles de lo que nos
pensamos, empezaron a acobardarse.
Tuvimos suerte de que nos defendieran gratis Antonio Mate y Javier Pérez Royo.
Nos absolvieron en el juicio y tuvimos una sentencia favorable para poder
seguir publicando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario